"La
historia, el materialismo, el monismo, el positivismo, y todos los
"ismos" de este mundo son herramientas viejas y oxidadas que ya ni
necesito ni me importan más. Mi principio es la vida, mi fin es la
muerte. Deseo vivir mi vida intensamente para abrazar mi vida
trágicamente.
¿Esperas la
revolución? ¡La mía empezó hace mucho! Cuando estés listo (¡Dios, qué
espera interminable!) No me importará acompañarte por un rato. Pero
cuando te detengas, ¡yo continuaré en mi loco camino triunfal hacia la
gran conquista sublime de la nada!
Cualquier sociedad que construyas ha de tener sus límites. Y fuera de los límites de cualquier sociedad errarán vagabundos indómitos y heróicos, con sus vírgenes y salvajes pensamientos ¡aquellos que no pueden vivir sin planear siempre nuevos y terribles brotes de rebelión!
¡Yo estaré entre ellos!
Y tras de
mí, como ante mí, estarán aquellos que dicen a sus compañeros: "¡Volveos
pues hacia vosotros mismos más que hacia vuestros dioses o ídolos.
Encontrad lo que se esconde en vosotros; sacadlo a la luz; ¡mostraos!"
Porque cada persona; quien, buscando en su propia interioridad, extrae lo que está
misteriosamente oculto dentro; es una sombra que eclipsa cualquier forma de sociedad que pueda existir bajo el sol.
Todas las
sociedades se estremecen cuando la arrogante aristocracia de los
vagabundos, los inaccesibles, los únicos, los gobernantes del ideal, y
los conquistadores de la nada avanzan resueltamente.
Por tanto, ¡vamos iconoclastas! ¡adelante! ¡El presagio en el cielo ya se torna oscuro y silencioso!"
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