Las mujeres y hombres de Ucrania,
sea cual sea su adscripción nacional, étnica o lingüística se
están viendo envueltos, de una manera bastante involuntaria, en un
conflicto que sobrevuela por encima de sus cabezas como sobrevuelan
por encima de las cabezas de los inocentes los cazas de las
maquinarias bélicas, que son una amenaza para la humanidad.
Cronológicamente, quizá
deberíamos comenzar por los acontecimientos de la plaza de Maidán
en Kiev, cuando el gobierno fue derrocado por un grupo de
nacionalistas (entre los que habían elementos neonazis) y apoyados
por EEUU y la UE. Ahora bien, para entender mejor lo que está
pasando deberíamos aludir a la crisis del capitalismo mundial. La
crisis comenzada en 2007-2008 ha llevado al capitalismo a una
situación sin salida. Hay que recordar que en otros momentos de
crisis, el capitalismo ha recurrido a la guerra y a la destrucción
masiva como solución para cuadrar sus cuentas. Eso hizo en 1940 con
la Segunda Guerra Mundial y eso mismo está haciendo ahora. Corea del
Norte, Libia, Siria y ahora Ucrania son los “eslabones débiles”
que aprovecha el capitalismo en su irracional y criminal huida hacia
adelante. Como en cada una de estas ocasiones, vemos aparecer la
verdadera cara de los Estados puestos al servicio de los grandes
intereses del sistema capitalista no dudando ni un instante en
someter a sus propios pueblos a la devastación absoluta si con ello
consiguen beneficiar a la mano que les da de comer, las grandes
corporaciones.
El verdadero carácter de esta
guerra responde a la insaciable necesidad del sistema capitalista por
seguir devorando todo lo que encuentra en esa espiral de maximizar
sus cuentas de beneficios. No es nuevo lo que sucede en Ucrania, el
poder se siente tambalear y apela a sus mejores armas: la guerra y la
imposición del fascismo como sistema social. Tanto la UE como los
EEUU están apoyando y financiando grupos de inspiración nazi (que
los medios de desinformación nos han vendido como auténticos
luchadores por la libertad y la europeización de Ucrania) secundados
en todo momento por ejércitos de mercenarios venidos de otros
países, con el único fin de imponer sus intereses a una población
que mayoritariamente aspira a vivir tranquila y poco le importan las
supuestas disputas nacionales bajo las que se disfrazan auténticas
masacres como la sucedida en Odessa o el criminal cerco a la ciudad
de Slaviansk, cuya única finalidad es aumentar más la escalada de
violencia. Cientos de seres humanos están muriendo a causa de la
codicia sin fin de los poderosos.
Tampoco hay que obviar el papel de
la oligarquía rusa en todo esto, porque a pesar de lo que se nos
intenta hacer creer todos están en el mismo bando, en el del poder y
tampoco dudan en alentar y apoyar sentimientos nacionalistas para su
propio beneficio.
Sobre la necesidad de no dejarse
engañar acerca de que la oligarquía rusa y el poder norteamericano
tienen claros sus intereses que en nada tienen que ver con lo que se
nos vende baste citar, a modo de ejemplo, el silencio que se ha hecho
acerca de la anexión rusa de Crimea debido a que la petrolera
norteamericana EXXON tiene importantes contratos comerciales con el
gigante de la energía ruso Rosneft. Ambas compañías realizan
prospecciones conjuntas en el Mar Negro y no les interesa atraer la
atención sobre esa zona porque podría perjudicar su lucrativo
negocio.
Respecto a lo que comentábamos
acerca de los ejércitos de mercenarios hay que destacar a la
omnipresente Academi, antigua Blackwater financiados por grandes
gigantes monopolísticos como Monsanto. Ucrania ofrece un ejemplo de
lo que supone este peligro. El ejército regular parece deseoso de
que el conflicto acabe pronto y de manera pacífica a ser posible.
Los soldados dan muestras de la nula voluntad de no querer participar
en una guerra que parecen no desear. Y es que en el fondo forman
parte del pueblo y se topan con las resistencias normales a agredir a
gente que no les ha hecho nada. Por el contrario los ejércitos
privados están formados por gente que ha recibido un entrenamiento
físico y psíquico destinado a matar, carecen de los escrúpulos que
a veces muestran los ejércitos regulares (sin idealizar mucho los
“códigos de honor”, han supuesto a veces de freno en las guerras
bélicas). El desplazamiento a auténticos ejércitos de
criminales a sueldo constituye uno de los problemas a los que nos
tendremos que enfrentar.
Lo que acontece en Ucrania poco
tiene que ver con la necesidad de incorporarse a la UE o a Rusia de
sus habitantes y gran parte de su desgracia recae en su situación
estratégica para los intereses capitalistas.
La situación se está agravando
por la enorme crisis energética que estamos pasando debido al
agotamiento de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón).
En ese sentido Ucrania ocupa una posición estratégica. Se trata de
la puerta de acceso a las enormes reservas de hidrocarburos y en
concreto de gas natural que posee Rusia y que necesitan de manera
imperiosa Europa y Estados Unidos para mantener su enorme y
despilfarrador sistema productivo. El gaseoducto proveniente de Rusia
y que abastece a las zonas centrales del capitalismo europeo (entre
ellas nada menos que Alemania) atraviesa Ucrania de este a oeste y lo
hace un punto estratégico de enorme importancia para el dominio de
las reservas rusas. En definitiva podemos decir que el objeto de esta
guerra es el cerco a Rusia, el escenario es Ucrania, debido tanto a
la posición geoestratégica como a su carácter de estado fallido,
dividido en dos grandes comunidades, la ucrainófona al oeste y la
rusófona (mas vinculada a Rusia) al este además de otras
nacionalidades minoritarias (como los tártaros).
Es
conveniente no exagerar demasiado el carácter de confrontación
entre nacionalidades y etnias como la raíz del conflicto. En
realidad ucrainófonos y rusófonos parecen contrarios a la guerra.
El carácter de provocación, de guerra sobreimpuesta es por otro
lado bastante manifiesto. Basta observar la actitud del ejército
ucraniano y su escasa voluntad de secundar las órdenes del gobierno
de Kiev (con numerosos soldados que se pasan de bando o simplemente
desertan). También parece confusa lo sucedido en el este del país
dónde más que a Rusia los levantamientos obedecen a impulsos de los
caciques locales. El carácter de guerra impuesta desde el exterior
es bastante claro, si además tenemos en cuenta la intervención de
ejércitos privados o de los extraños grupos de voluntarios que
están entrando desde Polonia. Desde luego, si la situación
desemboca en una guerra total no habrá sido por la voluntad del
pueblo de Ucrania sino en su contra. Las potencias imperialistas
sacan a pasear al fascismo cundo conviene a sus intereses:
una organización estadounidense The National Endowment for
Democracy (Fundacion nacional para la democracia ) financia a los
grupos fascistas ,Pravy Sektor (Sector Derecho , partido
nacionalista y paramilitar ucraniano) y Svoboda . Estos
descerebrados campan libremente por calles de Ucrania cometiendo todo
tipo de atrocidades, no hay que olvidar la matanza de Odessa,
ocurrida el 2 de mayo del 2014, día en el que incendiaron la Casa de
los Sindicatos causando más de 100 muertos; en el suceso no solo
hubo muertes por intoxicacion y calcinamientos, sino que además a la
gente que consiguió escapar del edificio la acribillaban a balazos
Esto nos lleva a considerar los
aspectos no tan visibles en esta guerra pero que adquieren una
importancia casi tan grande como los visibles. Y es que nunca en una
crisis bélica de esta envergadura había habido una voluntad de
control tan grande de la información. Puede verse en la información
absolutamente manipulada que dan los medios “supuestamente”
independientes de Europa Occidental y Estados Unidos. A esto, y para
defender sus intereses, no nos engañemos, Rusia ha reaccionado
fomentando medios de comunicación propios. Esto nos lleva a pensar
el papel central de los medios de comunicación para ganar o perder
las guerras. Es llamativo también el hecho de que buena parte de la
información llegue a través de informadores eventuales que tienen
la ventaja de hallarse sobre el terreno.
Como siempre es el pueblo
ucraniano quien tiene todo que perder y nada que ganar con esta
guerra. De Kiev a Odessa o a Slaviansk hay mucho que une a la gente,
la voluntad de vivir en paz y en libertad. Esperemos que esa voluntad
se sobreponga a la enorme maquinaria de violencia y sufrimiento con
la que amenazan los señores de la guerra y el capitalismo.
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