Cuando nuestro manifiesto es un
llamamiento y ejercicio de guerra contra la sociedad, no lo declaramos
tan solo un sentido metafórico, o quizás podría serlo en los términos de
que la sociedad como tal es una ilusión ficticia, ya que no entendemos
por sociedad una forma estática o algo determinado, lo que llaman
sociedad es un constante desarrollo de relaciones, constructos,
disciplinas y producciones de verdad. La guerra que proponemos pretende e
invita a desfigurar este tipo de sujeciones por las cuales funcionan
esas relaciones productivas, es un fin en sí misma, no parte de la
antesala de un programa de revolución siguiente.
Cuando hablamos de la guerra, hablamos de la revuelta, no lo hacemos
solo en un sentido práctico de violencia subversiva, sino mucho más como
la suma de espontáneas lineas de fuga de lo social; huir de la sociedad
como acción de guerra y no de indiferencia. Devenir anónimo,
desidentificarnos en una constante desubjetivización. Una huída parecida
a la que nos decían Deleuze y Guatarri sobre la locura –“…la fuga
esquizofrénica no consiste tan sólo en alejarse de lo social, en vivir
al
miércoles, 22 de octubre de 2014
domingo, 12 de octubre de 2014
¿Por qué el mundo está ignorando a los kurdos revolucionarios en Siria?
En 1937, mi padre se ofreció como voluntario para luchar en las Brigadas Internacionales en defensa de la República española. Un posible golpe fascista había sido detenido temporalmente por la sublevación de los obreros, encabezada por los anarquistas y socialistas, y en gran parte de España una auténtica revolución social se produjo, lo que llevó a ciudades enteras en autogestión democrática, industrias bajo el control de los trabajadores, y el fortalecimiento radical de las mujeres.
Los revolucionarios españoles esperaban crear una visión de una sociedad libre que todo el mundo podría seguir. En cambio, las potencias mundiales declararon una política de “no intervención” y mantuvieron un bloqueo riguroso de la república, incluso después de que Hitler y Mussolini, signatarios ostensibles, comenzaron a mandar tropas y armas para reforzar el lado fascista. El resultado fue años de guerra civil que terminó con la derrota de la revolución y algunas de las masacres más sangrientas de un siglo sangriento.
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