Olof Palme. Primer Ministro socialdemócrata sueco |
La mención de Suecia como un país de transformación social sin
duda sugerira a la lectora o lector el recuerdo de lo que fue Suecia
en otro tiempo, el del país con el sistema de protección social mas
avanzado del mundo y que logró unas mayores cotas de igualdad entre
los ciudadanos y ciudadanas. No es a esa visión de la Suecia clásica
(hoy en pleno desmantelamiento) a lo que me voy a referir, sino a
otro momento (sin duda relacionado con el anterior) en el que se
emprendió un experimento de trasformación social hoy poco conocido,
el plan de Meidner.
Situémonos en el tiempo. Suecia en plenos años setenta. Los
setenta son años de crisis económica en todo el mundo y Suecia,
como potencia exportadora y economía muy internacionalizada, siente
también la crisis, que amenaza a su sistema de protección social.
Mientras en otras partes desempolvan recetas económicas del
pleistoceno (como en Gran Bretaña con Thatcher) aquí se va a
articular una solución que, por el contrario, situan a la clase
trabajadora en posición de avance.
La idea era clara, había que fortalecer la industria sueca y ante
el peligro de que al hacerlo se rompiera el sistema de bienestar
social y la igualdad social, la idea de R. Meidner y otros
economistas del SAP (partido socialdemócrata sueco) tuvieron,
consistió en socializar una parte de los beneficios en forma de
acciones. Estas acciones iban a parar a un fondo gestionado por los
sindicatos (que en Suecia eran particularmente fuertes). Lo mas
interesante del plan era que si se veía el efecto de lo que podía
ser el plan aplicado a lo largo de los años, debido al efecto
acumulativo de los mismos, al cabo de dos o tres décadas los
trabajadores se habrían hecho con el control de las empresas,
rompiéndose con el capitalismo.
En 1981 el político socialdemócrata Olof Palme volvió al poder
tras ganar las elecciones y bajo su mandato el plan comenzó a ser
aplicado. Pero la aplicación del mismo se interrumpio
sorpresivamente. En 1986 Palme fue asesinado en lo que sin duda fue
el asesinato político mas misterioso de la historia (no hay arma
homicida, ni culpable, ni móvil). Los gobiernos que le siguieron
fueron aparcando el plan hasta que en 1990 fue retirado.
Sería
tentador caer en una teoría conspiratoria sobre la retirada del plan
y culpar al asesinato de Palme del fracaso del plan (desde luego la
patronal sueca no estaba contenta con el mismo). La retirada del plan
se hizo con facilidad porque en realidad nunca había tenido
suficientes apoyos. Suecia era en los ochenta lo que se suele
denominar una sociedad “postindustrial”. Había sectores muy
grandes de la población que ya no trabajaban en el sector industrial
(amas de casa, funcionarios, profesores, autónomos,...). Si bien el
nivel de sindicación de Suecia era entonces altísimo (cercano al
100%), a muchas personas les era indiferente que los sindicatos
gestionaran las empresas y no entendían qué ventaja les iba a
reportar el plan. En Suecia se estaba dando el mismo distanciamiento
de la propia clase trabajadora respecto a sus partidos y sindicatos
que en otros lugares de Europa.
¿Qué era lo que había fallado? Dicho lo anterior está claro, la
mayor parte de la población pensaba que no iba a participar en la
gestión de los fondos ni en las empresas y que por tanto no merecía
la pena respaldar el plan.
La
entrada progresiva de las personas en la gestión de las empresas
(hasta llegar a la gestión de la totalidad de las mismas) obligará
a las mismas a cambiar su orientación de valores de cambio
(mercancías que pueden ser vendidas independientemente de su
utilidad) hacia valores de uso (necesidades
reales de la gente). De otra parte el carácter gradual que va desde
el establecimiento de los fondos hasta la gestión total de la
empresa facilitaría el aprendizaje progresivo de la gestión de la
empresa por parte de los colectivos de ciudadanos (evitando la
aparición de élites de expertos). Por otro lado se fomentaría una
auténtica gestión popular de las empresas evitando la tentación de
burocratización de las mismas.
De todas maneras ello también implicaría que el gobierno estuviera
en manos de partidarios de llevar a cabo el proceso de socialización
(sin la cobertura del estado este plan no es viable). En ese sentido
al mismo estado se le puede hacer lo mismo que hacía el plan,
iniciar un plan de democratización del mismo.
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