Entrevista al analista internacional Immanuel Wallerstein
Immanuel
Wallerstein (Nueva York- 1970) es considerado como uno de los principales sociólogos
del presente. Está vinculado junto a Fernand Braudel y Giovanni Arrighi dentro
de los sociólogos en tanto que su trabajo está ligado a la teoría de los
sistemas mundo según la cual el capitalismo mundial está estructurado en torno
a un centro que absorbería los excedentes de las periferias.
Por
otro lado Wallerstein ha participado junto a Noam Chomsky en los movimientos
antiglobalización agrupados en torno al foro social de Porto Alegre.
-Firmante del
manifiesto del Foro Social de Porto Alegre ("Doce propuestas para otro mundo
posible"), en 2005, usted es considerado como uno de los inspiradores del movimiento
altermundialista. Usted fundó y dirigió el Centro Fernand-Braudel para el
estudio de la economía de los sistemas históricos y de las civilizaciones de la Universidad del Estado
de Nueva York, en Binghamton. ¿Cómo sitúa la crisis económica y financiera actual
en el "tiempo largo" de la historia del capitalismo"?
-Immanuel
Wallerstein: Fernand Braudel (1902-1985) distinguía el tiempo de "larga
duración", que ve la sucesión en la historia humana de sistema que
rigen las relaciones del hombre con su entorno material, y, al interior de esas
fases, del tiempo de los ciclos más coyunturales, descritos por
economistas como Nicolas Kondratieff (1982-1930) o Joseph Schumpeter
(1883-1950).
Actualmente
estamos evidentemente en una fase B de un ciclo de Kondratieff que ha
comenzado entre hace treinta y treinta y cinco años, después de una fase A
que ha sido la más larga (de 1945
a 1975) de los quinientos años de historia del sistema
capitalista.
En una fase A, el
beneficio es generado por la producción material, industrial u otra; en una
fase B, el capitalismo debe, para seguir generando beneficios, refinanciarse y
refugiarse en la especulación. Desde hace más de treinta años, las
empresas, los Estados y las economías familiares se endeudan, de modo
masivo.
Actualmente estamos
en la última parte de una fase B de Kondratieff, cuando la decadencia
virtual se hace real, y las burbujas revientan las unas tras las otras:
las bancarrotas se multiplican, la concentración del capital aumenta, la
desocupación progresa, y la economía conoce una situación real de
deflación.
Pero, hoy en día,
ese momento de ciclo coyuntural coincide con, y por consecuencia agrava,
un período de transición entre dos sistemas de larga duración. Pienso en
efecto que hemos entrado después de treinta años en la fase terminal del
sistema capital.
Lo que
diferencia fundamentalmente esa fase de la sucesión ininterrumpida de los
ciclos coyunturales anteriores, es que el capitalismo ya no llega a "hacer
sistema", en el sentido en el que lo entiende el físico y químico
Ilya Prigogine (1917-2003): cuando un sistema, biológico, químico o social, se
desvía demasiado y demasiado a menudo de su situación de estabilidad, ya
no llega a encontrar el equilibrio, y se asiste entonces a una
bifurcación. La situación se hace caótica, incontrolable por las fuerzas
que la han dominado hasta ese momento, y se ve aparecer una lucha, y no
entre los poseedores y adversarios del sistema, sino entre todos los actores,
para determinar lo que lo va a reemplazar. Reservo el uso de la palabra "crisis"
a ese tipo de período.
-Ahora bien,
estamos en crisis. El capitalismo se acaba.
¿Por qué no se
trataría más bien de una nueva mutación del capitalismo, que ya ha
conocido, después de todo, el paso del capitalismo mercantil al
capitalismo industrial, después del capitalismo industrial al capitalismo
financiero?
-El capitalismo es
omnívoro, capta el beneficio donde es más importante en un momento dado;
no se contenta con pequeños beneficios marginales; al contrario, los
maximiza constituyendo monopolios -ha probado de hacerlo últimamente una
vez más en las biotecnologías y en las tecnologías de la información. Pero
pienso que las posibilidades de acumulación real del sistema han llegado a su
límite. El capitalismo, desde su nacimiento en la segunda mitad del Siglo XVI,
se alimenta de la diferencia de riqueza entre un centro, en el que
convergen los beneficios, y periferias (no necesariamente geográficas)
cada vez más empobrecidas. Al respecto, la recuperación económica de Asia
del Este, de India, de América Latina, constituye un desafío insalvable
para la "economía-mundo" creada por Occidente, que ya no llega a
controlar los costes de la acumulación. Desde hace decenios las tres curvas
mundiales de precios de la mano de obra, de las materias primas y de los
impuestos están en todas partes en una fuerte alza. El breve período
neoliberal que se está terminando sólo ha invertido de modo provisorio la tendencia:
a fines de los años noventa, esos costes eran ciertamente menos elevados que
en 1970, pero eran mucho más altos que en 1945. De hecho, el último
período de acumulación real -los "gloriosos treinta"- sólo fue
posible porque los Estados keynesianos pusieron sus fuerzas al servicio
del capital. ¡Pero en este caso también se llegó al límite!
-¿Hay precedentes
de la fase actual, tal como usted la describe?
-Ha habido muchos
en la historia de la humanidad, contrariamente a lo que refleja
la representación, forjada a mediados del Siglo XIX, de un progreso
continuo e inevitable, incluido en su versión marxista. Yo prefiero
limitarme a la tesis de la posibilidad del progreso, y no a su carácter
ineluctable. Por cierto, el capitalismo es el sistema que ha sabido producir,
de manera extraordinaria y notable, el máximo de bienes y riquezas. Pero
hay que considerar también la suma de las pérdidas que ha engendrado: para
el medio ambiente, para las sociedades. El único bien, es el que permite
obtener para el mayor número posible una vida racional e inteligente.
Ahora bien, la
crisis reciente similar a la actual es el derrumbe del sistema feudal en
Europa, entre mediados del Siglo XV y del Siglo XVI, y su reemplazo por el
sistema capitalista. Ese período, que culmina con las guerras de religión,
vio el derrumbe de la influencia de las autoridades reales, señoriales y
religiosas sobre las comunidades campesinas más ricas y sobre las ciudades.
Fue entonces cuando se construyeron, mediante tanteos sucesivos y de modo
inconsciente, soluciones inesperadas cuyo éxito terminó por "hacer
sistema" extendiéndose poco a poco, bajo la forma del capitalismo.
-¿Cuánto tiempo
debería durar la transición actual, y en qué podría desembocar?
-El período de
destrucción de valor que cierra la fase B de un ciclo Kondratieff dura generalmente entre
dos y cinco años antes de que se reúnan las condiciones de ingreso a una fase
A, en las que se puede extraer nuevamente un beneficio real de nuevas
producciones materiales descritas por Schumpeter. Pero el hecho de que
esta fase corresponda actualmente a una crisis de sistema nos ha hecho
entrar en un período de caos político en el cual los actores predominantes, a
la cabeza de empresas y de Estados occidentales, van a hacer todo lo que sea
técnicamente posible por volver encontrar el equilibrio, pero es muy
probable que no lo logren.
Los más
inteligentes, ya han comprendido que había que establecer algo enteramente
nuevo. Pero numerosos actores ya se mueven, de manera desordenada e
inconsciente, para hacer emerger nuevas soluciones, sin que se sepa
todavía qué sistema saldrá de esos tanteos. Nos encontramos en un período,
bastante raro en el que la crisis y la impotencia de los poderosos dejan sitio
al libre albedrío de cada cual: hoy existe un lapso de tiempo durante el cual
cada uno de nosotros tiene la posibilidad de influenciar el futuro a
través de su acción individual. Pero como ese futuro será la suma de una
cantidad incalculable de esas acciones, es absolutamente imposible prever
qué modelo terminará por prevalecer. Dentro de diez años, tal vez se vea más claro;
en treinta o cuarenta años, habrá emergido un nuevo sistema. Creo que, por
desgracia, es igual de posible que se presencie la instalación de un
sistema de explotación aún más violento que el capitalismo, como que se
establezca un modelo más igualitario y redistributivo.
-Las mutaciones
anteriores del capitalismo han terminado a menudo en un desplazamiento del centro
de "la economía-mundo", por ejemplo de la cuenca mediterránea hacia
la costa Atlántica de Europa, y más adelante hacia la de Estados Unidos. ¿Se
centrará en China el sistema por venir?
-La crisis que
estamos viviendo corresponde también al fin de un ciclo político, el de la
hegemonía estadounidense, iniciada igualmente en los años setenta. EE.UU.
seguirá siendo un actor importante, pero jamás podrá reconquistar su
posición dominante frente a la multiplicación de los centros del poder, en
Europa Occidental, China, Brasil, India. Un nuevo poder hegemónico, si
uno de se refiere al tiempo largo braudeliano, puede tomar todavía
cincuenta años para imponerse. Pero se ignora cual sería. Mientras tanto, las
consecuencias políticas de la crisis actual serán enormes, en la medida en
la que los dueños del sistema intentarán encontrar chivos expiatorios por
el derrumbe de su hegemonía. Pienso que la mitad del pueblo estadounidense
no aceptará lo que está sucediendo. Por lo tanto, los conflictos internos se
exacerbarán en EE.UU., que está convirtiéndose en el país más inestable
del mundo desde el punto de vista político. Y no hay que olvidar que nosotros,
los estadounidenses, vamos todos armados...
Antoine Reverchon
Le Monde
Traducido del
francés para Rebelión por Germán Leyens
-------------
Immanuel Wallerstein, investigador del departamento de sociología de la Universidad de Yale, ex
presidente de la Asociación Internacional de Sociología.
http://www.lemonde.fr/la-crise-financiere/article/2008/10/11/le-capitalisme-touche-a-sa-fin_1105714
_1101386.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario