miércoles, 14 de mayo de 2014

La falacia de la superpoblación humana



Ante la la estafa-crisis que estamos sufriendo,  surgen diferentes teorías que se presentan como alternativas de organización.Una de ellas, es el decrecimiento, que se define como una corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución regular controlada de la producción económica, con el objetivo de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero también entre los propios seres humanos. Según Serge Latouche, economista e ideólogo de esta teoría, “la consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento”; rechazando la idea del desarrollo sostenible, se contempla la proximidad de un colapso de la economía mundial provocado por el agotamiento de los recursos energéticos, el deterioro del medio ambiente y la, cada vez mayor, presión demográfica.


En principio, podríamos estar de acuerdo en los dos primeros puntos, pero la tercera premisa es tan falaz como injusta.
De la devastación ecológica no es responsable toda la Humanidad sino una pequeña parte de ella: aquellos que se arrogan el derecho de decidir quién vive y quién muere y que también son los mismos que lanzan la idea perversa de "problemas de crecimiento exponencial". No es comparable el consumo ni la huella ecológica del mal llamado primer mundo con los de los países más expoliados (pobres), ni siquiera pueden establecerse similitudes entre las personas que viven en un mismo lugar; por tanto, hablar del ser humano como un conjunto, teniendo en cuenta las enormes desigualdades que existen, carece del menor sentido.


En biología, se define la llamada “teoría de la selección r/K”, según la cual, las fuerzas evolutivas operan en dos direcciones diferentes, 
r o K en relación con la probabilidad de supervivencia de individuos de diferentes especies de plantas y animales. Algunos organismos utilizan lo que se define como la estrategia r y otros la estrategia K, donde las letras r y K provienen de los símbolos utilizados para representar la rapidez o tasa de reproducción (r), y la capacidad de carga del ambiente (K). La estrategia (r) es típica de organismos cuyo hábitat es inestable, tienen una tasa de reproducción elevada produciendo un gran número de crías. Sin embargo, no proporcionan cuidados paternos, por lo cual se observa una gran mortalidad, mientras que la estrategia (K) es propia de organismos de ambientes estables, con una tasa reproductiva baja, que producen un pequeño número de crías a las que ofrecen cuidados paternos, lo que reduce su mortalidad al mínimo. Esto significa que se trata de organismos que invierten gran cantidad de recursos en unos pocos descendientes, cada uno de los cuales tiene una alta probabilidad de supervivencia.

Aplicado a la especie humana, vemos que el índice de natalidad es muy superior en los colectivos cuyas condiciones de vida son precarias y no pueden asegurar una situación de subsistencia mínima que en aquellos cuyo entorno permite garantizar una mayor estabilidad y por tanto, un mayor cuidado de la descendencia. No hay ningún problema de superpoblación ni de falta de recursos, de hecho, cada día se producen alimentos suficientes para el doble de la población mundial actual, sino de un reparto tremendamente desigual de estos. La pobreza ha existido siempre, incluso cuando la población mundial era muy inferior a la actual, mucho antes del “crecimiento exponencial”; es tan antigua como la desigualdad, tan antigua como la explotación de unas personas por parte de otras. Los seres humanos no viven en la miseria porque tienen muchos hijos; por el contrario, tienen muchos hijos porque viven en la miseria. Es una mera cuestión de pervivencia, por tanto, es una crueldad hacer recaer la responsabilidad de la presión demográfica en las comunidades más desfavorecidas que además son las que causan el menor impacto ambiental.

Lo que subyace bajo las teorías que defienden la necesidad de reducir la población mundial es en realidad la intención de que se asuma que quienes sobran son los más pobres, porque para comodidad de quienes concentran la mayor parte de la riqueza es “aconsejable” una población de entre quinientos y mil millones de personas; esto no es ninguna novedad, se deriva de otra ideología que ya se puso en práctica en los años 30 del siglo XX. Se llama nazismo.








2 comentarios:

  1. El decrecimiento no dice que todos tengamos que decrecer. Si escuchas a Carlos Taibo, una gran teórico del decrecimiento, en sus charlas y libros dice bien claro, que es evidente que no podemos tener el mismo discurso en el norte opulento, que con el castigado hemisferio sur, ya que nuestra huella ecológica está pisando la suya, debemos de mostrarles que el modelo que seguimos en el norte, el crecimiento y desarrollo infinito, no es un modelo a imitar, aunque tan solo sea para que no repliquen los mismos errores que nosotros hemos cometido. Y el sistema, en los paises del norte, lo mantenemos entre todos con nuestro modo de vida y con el consumo. Saludos.

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  2. Hay mucha gente (la mayoría) que no está en condiciones de decrecer porque nada tiene, sobre todo en el sur pero también en el norte, por eso afirmo que no se puede hablar de una sociedad en conjunto, ni siquiera en una misma ciudad. Creo que en el mal llamado "tercer mundo" ya saben cómo es nuestro modelo porque lo llevan sufriendo durante siglos, a costa de sus tierras de cultivo, de sus recursos, de sus vidas...no son errores pasado sino muy presentes y francamente, dudo mucho que tengamos algo que enseñarles si ni siquiera aquí se aprende, si todo lo que les hemos enseñado hasta ahora han sido la brutalidad y la codicia, si se asume como "inevitable" para la gente que vive en la miseria, tanto aquí como allí. No todos mantenemos el sistema, ni de la misma manera.
    Saludos.

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