lunes, 27 de enero de 2014

FASCISMO SOCIAL Y NUEVAS FORMAS DE EXCLUSIÓN



La nueva dinámica de reproducción ampliada del capital puesta en marcha a partir de las últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI ha evidenciado que la depredadora expansión mundial del capitalismo neoliberal parece no tener límites:
el capital no deja escapar nada ni perdona a nadie, transforma todo —la tierra, el agua, la biodiversidad— y a todos en mercadería vendible. Es el fenómeno de la mercantilización de la vida humana y no humana. Ante el predominio de estas tendencias económicas, políticas y social es millones de personas en todo el mundo sientan su dignidad ofendida, vulnerados sus derechos humanos, frustradas sus expectativas y mermados sus horizontes vitales.
Refiriéndose al clima social que provoca el nuevo orden financiero mundial, marcado por el empobrecimiento, la muerte y la exclusión de millones de seres humanos en todo el planeta, el economista canadiense Michel Chossudovsky (2002) sostiene que lo que realmente se ha producido es una «globalización de la pobreza», que cuenta con el apoyo y la complicidad de las principales agencias financieras multilaterales.

Este empobrecimiento humano global afecta especialmente a los países periféricos y semiperiféricos del sistema mundial, aunque en los países capitalistas centrales se ha configurado una nueva clase social de excluidos conocida como «tercer mundo interior» compuesta, entre otros colectivos, por jóvenes precarios, mileuristas, parados de larga duración, inmigrantes sin papeles, jubilados con ingresos escasos, viudas en el umbral de la pobreza y niños sin escolarizar que malviven en condiciones infrahumanas en guetos urbanos.

Santos interpreta el predominio de los procesos estructurales de desigualdad y exclusión como la crisis del contrato social de la modernidad y el fracaso rotundo de las promesas modernas de i
gualdad, libertad y solidaridad fraterna. El resultado de este acontecimiento es la emergencia
de un nuevo régimen social que él llama fascismo social:«Vivimos en sociedades que son políticamente democráticas, pero socialmente fascistas» Con esta categoría de análisis,no se refiere a la restauración de los regímenes políticos europeos de 1930 y 1940, sino a todo un conjunto de prácticas sociales excluyentes, violentas y autoritarias que configuran nuevas formas de sociabilidad y condicionan negativamente la vida de millones de personas de todo el planeta. Son relaciones de poder entre grupos sociales que tienen la capacidad de decidir e imponer las circunstancias bajo las cual es debe (sobre)vivir la mayoría, relaciones que se producen en el marco de Estados legítimamente democráticos, con elecciones libres, instituciones democráticas, leyes y múltiples actores políticos. El Consenso neoliberal de Washington y las políticas de ajuste estructural constituyen, en este sentido,un ejemplo paradigmático de fascismo social: impuesto sin discusión por los países centrales capitalistas a un buen puñado de espectadores pasivos, los países de la periferia y la semiperiferia del sistema mundial. De manera análoga, la persistencia del hambre en el mundo, alimentada,nunca mejor dicho, por las políticas económicas neoliberales y la especulación financiera en los mercados de productos agrícolas, es otro ejemplo sangrante de fascismo social.

Apartheid social

En su análisis, Santos distingue seis formas básicas de fascismo social. La primera es el fascismo del apartheid social, que consiste en una forma espacial segregadora que en virtud de criterios socioeconómicos distribuye a la población en una cartografía urbana compuesta por «zonas salvajes» y «zonas civilizadas».

Las primeras constituyen un verdadero estado de naturaleza hobbesiano en el que impera la ley de la selva: inseguridad, violencia, injusticia y desprotección. Las segundas, su parte, están incluidas en el pacto social y tienen la forma de comunidades aisladas, urbanizaciones privadas y barrios–fortaleza en los que la noción de espacio público pierde todo su sentido.

El segundo tipo es el fascismo del Estado paralelo

Hace referencia a las diferentes formas de intervención esta tal según se trate de zonas salvajes o civilizadas. En las primeras, a través de acciones policiales y/o judiciales, elEstado actúa de manera arbitraria, aplicando de manera selectiva la legalidad vigente, como sucede en las brutales operaciones de la policía militar en las favelas de Brasil, mientras que en las segundas su actuación es reglamentaria y democrática, con arreglo al derecho establecido.

La tercera forma de sociabilidad fascista es el fascismo paraestatal
Consiste en la apropiación, muchas veces en connivencia con el Estado, de las competencias estatales de coerción y regulación social por parte de poderosos actores sociales privados que escapan de cualquier control democrático. Este tipo de relaciones sociales autoritarias presenta dos variantes principales: el fascismo contractual y el fascismo territorial
El fascismo contractual se da cuando la parte más vulnerable del contrato de derecho civil se ve obligada, ante la falta de alternativa, a aceptar las condiciones impuestas por la parte más fuerte, por despóticas e injustas que pueden ser. El fascismo territorial, por su parte, ocurre siempre que actores sociales paraestatales usurpan al Estado el control del territorio sobre el que actúa o bien neutralizan este control apropiándose de prerrogativas estatales para ejercer otra forma de regulación o control social sobre los habitantes de ese territorio. Este concepto no se limita únicamente a las actuaciones de determinadas empresas transnacionales,que en muchas ocasiones quitan al Estado la competencia de regular la vida social, sino que se extiende también a otras entidades y organizaciones, como las bandas de narcotraficantes o grupos armados privados que «gobiernan» e imponen sus reglas de juego en muchas zonas de América Latina.

La cuarta forma es el fascismo populista, que pretende «democratizar» aquello que en las sociedades capitalistas no es posible democratizar, como la participación democrática o el consumo básico. Para cumplir con este objetivo se crean dispositivos de identificación inmediata a través de modelos de consumo y estilos de vida que se presentan como una forma de participación, cuando en realidad están fuera del alcance de la mayoría de la población.

El fascismo de la inseguridad es la quinta forma bajo la que se manifiesta el fascismo social. Se trata de la manipulación discrecional del sentimiento de inseguridad de las personas y los grupos sociales más vulnerabilizados, penetrando en su intimidad con el propósito de aumentar su nivel de ansiedad y sensación de incertidumbre respeto al presente y efuturo. Se trata de un fenómeno que los teóricos sociales llamande diferente manera. Santos (2003a: 43) habla de un «desasosiego en el aire» producido por la transición hacia otro modelo de sociedad del que hasta ahora sólo tenemos indicios, pero que no sabemos qué forma concreta adoptará; Bauman (2007), en uno de sus estudios En último lugar se encuentra el fascismo financiero: el predominio de la economía especulativa en los mercados de valores y divisas. Es un fascismo discreto, plural e internacional, puesto que los movimientos del capital financiero son el resultado de decisiones hechas por inversores situados en diferentes partes del mundo que operan en un espacio y tiempo instantáneo y global.A la ruptura del contrato social de la modernidad le sucede el surgimiento de una nueva y actual concepción del contrato social, el contrato social neoliberal.

Se trata de un contrato radicalmente individualista en el que el papel desempeñado por el Estado es casi simbólico, limitándose a garantizar los efectos jurídicos punitivos pertinentes en caso del incumplimiento de lo pactado por alguna de las partes, pero sin examinar los contenidos o condiciones del contrato, por injustas e indecentes que sean. A diferencia del contrato social moderno, ya sea en la versión de Hobbes, Locke y Rousseau, cuya finalidad consistía en sacar al ser humano del estado de naturaleza para convertirlo en un ciudadano dotado de más recientes sobre la vida humana contemporánea, utiliza la expresión «miedo líquido» para referirse a la incertidumbre crónica a la que se enfrentan las actuales sociedades globalizadas. El ser humano vive hoy en día azorado por una ansiedad permanente que atraviesa todas las relaciones sociales.

Tiene miedo de perder el trabajo, miedo de la violencia urbana, del terrorismo, miedo del vecino, de perder el amor de su pareja, de la exclusión. Es el tiempo de la ubicuidad y globalización del miedo: «Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir», tal y como expresa el escritor uruguayo Eduardo Galeano (1998: 84).

En último lugar se encuentra el fascismo financiero: el predominio de la economía especulativa en los mercados de valores y divisas. Es un fascismo discreto, plural e internacional, puesto que los movimientos del capital financiero son el resultado de decisiones hechas por inversores situados en diferentes partes del mundo que operan en un espacio y tiempo instantáneo y global.A la ruptura del contrato social de la modernidad le sucede el surgimiento de una nueva y actual concepción del contrato social, el contrato social neoliberal. Se trata de un contrato radicalmente individualista en el que el papel desempeñado por el Estado es casi simbólico, limitándose a garantizar los efectos jurídicos punitivos pertinentes en caso del incumplimiento de lo pactado por alguna de las partes, pero sin examinar los contenidos o condiciones del contrato, por injustas e indecentes que sean. A diferencia del contrato social moderno, ya sea en la versión de Hobbes, Locke y Rousseau, cuya finalidad consistía en sacar al ser humano del estado de naturaleza para convertirlo en un ciudadano dotado de ciertos derechos y libertades, el contrato social neoliberal se caracteriza por despojar de su estatus de ciudadanas a muchas personas, arrojándolas a nuevos, múltiples y violentos estados de naturaleza insertos en la sociedad. 

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